Está bien visto tener amistades. La consideración social es más alta sobre aquellas personas que saben generarlas y cultivarlas. Así, como las redes sociales pueden escracharnos si andamos solos por la vida, los avances de la tecnología y la comunicación también pueden ayudarnos a montar otra escena.
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Si alguien necesita un acompañante para ir al cine, charlar, salir a comer, asistir a un evento o, simplemente, para sacarse una selfie grupal, tiene la opción de alquilar amigos. Para ello, puede emplear personal en organizaciones como Rent a friend.
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Esta plataforma está vigente en el país desde hace años y funciona bien. Se completa con perfiles de hombres y mujeres que, por dinero a cambio, pueden rentarse o ser rentado.
La recomendación del buen usuario es que el locador del servicio no tenga intenciones románticas, como son los casos de Tinder o Happn. El precio mínimo va desde los 10 dólares la hora hasta los 50, dependiendo de la complejidad del personaje alquilado.
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Lina, una porteña de 42 años, vende su compañía compinche (no amorosa, aclara) por 20 dólares la hora. En el mercado virtual de amigos, ofrece sus beneficios y capacidades para seducir a los potenciales clientes. Publicó que es una diseñadora de indumentaria, habla varios idiomas y le encanta disfrutar de los momentos de ocio con gente de buen humor.
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Adriana Guraieb, psicóloga de la Asociación Psicoanalítica Argentina, sostuvo en Para ti que muchas veces la presión social nos empuja a generar vínculos impostados. Con el tiempo, pueden transformarse en genuinos. Para ella, el problema se origina cuando el “deber ser” nos lleva a actuar en los extremos y satisfacemos a los otros en situaciones que pueden ser desopilantes.