48 mil euros. El gasto en el árbol de Navidad de Roma no pasó desapaercibido, sobre todo luego de que empezara a perder las espinas y quedara prácticamente esquelético. Su aspecto generó indignación y resginación en los ciudadanos, que lo llamaron Spelacchio (podría traducirse como pelado, debilucho o despellejado).
El abeto ya había llegado moribundo desde los Alpes y, aún así, fue instalado y adornado en la plaza Venecia, en el centro de la capital italiana. La alcaldesa, Virginia Raggi, aseguró que abrió una investigación interna "para saber exactamente de quién es la responsabilidad".
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"Debemos tomarlo con una sonrisa. Todos le han tomado cariño a Spelacchio. Además, hay problemas mucho más graves", agregó la mandataria. Según ella, antes de traerlo desde el valle de Fiemme era "muy bello y frondoso", aunque ahora esté lejos de lucir así.
Se especula que el árbol fue talado mal y no fue transportado en las condiciones propicias. Mientras tanto, se ha convertido en objeto de burlas y hasta comparado con la agonía de Roma. Una sensación muy lejana al espíritu navideño antes del 25 de diciembre.