Su nombre es James Williams. Tiene una peluquería en Port Talbot, en Reino Unido, que se llama “Jim el recortador”. Tenía una difícil misión: cortarle el pelo a un nene, Mason, que tiene autismo. Durante un mes buscó formas de hacerlo, pero "él no me dejaba acercarme a sus orejas", explicó.
Y de esta manera lo logró: se tiraron al piso, en silencio, y Mason lo dejó cortarle el pelo. Los padres, felices... y el nene casi ni se enteró. Las fotos provocan ternura:
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// martes, 3 de noviembre de 2015