La NASA comienza una nueva expedición el 8 de septiembre para investigar a Bennu, el asteroide de la muerte, que podría chocar contra la Tierra en unos 120 años. Tiene cinco cuadras de diámetro y su nombre está asociado a un ave mitológica del Antiguo Egipcio.
Por eso enviarán una sonda espacial no tripulada llamada OSIRIS-REx a bordo de un cohete Atlas V 411 desde Cabo Cañaveral y regresará en 2023. El objetivo de salir a la caza es para recolectar polvo espacial para esclarecer cómo fue que hielo y carbón, materiales necesarios para fundar la vida, llegaron a la Tierra.
Especialistas aseguran que el asteroide puede contener los precursores moleculares para conocer el origen de la vida y de los océanos de nuestro planeta. Se trata de uno de los asteroides más peligrosos porque su impacto equivaldría a 3.000 millones de toneladas de explosivos.
Sin embargo, sostienen que sería devastador para un área local, pero no tendría capacidad para acabar con la civilización. “La probabilidad acumulada de impacto es del 0.037 por ciento, y a finales del siglo XXII”, explicó el jefe de la misión, Mike Donnelly.