Los niños aman celebrar su cumpleaños, estar con sus amigos y familiares. Pero muchas veces son sus padres los que eligen cómo decorar la fiesta. Sin embargo, este caso fue diferente y muy gracioso.
Audrey cumplía tres años y quería tener un festejo diferente y original al resto. Ella sólo tenía una temática en la mente y se lo hizo saber a su mamá: “Quiero una fiesta de caca”. Claro que Rebecca y su marido decidieron darle con el gusto.
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Al parecer, desde hacía tiempo la niña insistía con ese motivo de cumpleaños, pero sus padres trataban de sugerirle otros. Los invitados no podía creer lo que estaban viendo cuando llegaron a la casa de Audrey.
Los juegos fueron muy divertidos: en vez de “ponerle la cola al burro” inventaron un nuevo formato llamado “poner la caca al inodoro”. Hasta su mamá se disfrazó de caca. La torta tenía este emoticón sonriente y los dulces también.