Cuando estamos felices por contratar 6 megas de banda ancha, nos decepcionamos al descubrir que no todo es tan rápido. Cuando contratamos 10 megas o más, la bronca aumenta. Pero, ¿qué provoca que nunca tengamos la velocidad que dice nuestro contrato de Internet?
El primer factor es la distancia con el nodo telefónico. En los casos de proveedores de internet que no utilizan la fibra óptica, el cable perderá fuerza mientras más lejos esté de la central.
La segunda cuestión que influye es la bendita conexión al WiFi. Según un estudio con 14.000 voluntarios en Estados Unidos, Italia y España, la velocidad de internet decae un 30 por ciento si se la convierte en WiFi. El sitio especializado El Androide Libre explica que el protocolo de este tipo de red incluye una serie de retrasos para asegurarse que está emitiendo señal.
El tercer aspecto es bastante menos técnico: las paredes, puertas, otros dispositivos, electrodomésticos e inclusive personas hacen más lenta la conexión WiFi.
Por último, aparece algo que sí tiene que ver con los proveedores del servicio: la saturación del espacio. Al configurar los routers de la misma manera, alternando solo el nombre y la contraseña de la red el espectro se satura. Esto se siente más en las zonas urbanas.
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