A sus 49 años, Sergio “Maravilla” Martínez sigue desplegando una vida multifacética más allá de su exitoso paso por el boxeo que lo llevó a convertirse en campeón del mundo.
En su visita a Seguimos en El Doce compartió muchos detalles de su intimidad y reveló que decidió despojarse de sus premios. “Mi todo es una valija, una maleta, una mochila y un poco más”, afirmó.
El exboxeador comentó que a sus premios los fue regalando, donando. “Lo importante está acá adentro”, sostuvo señalándose su pecho y su cabeza.
“Yo sé lo que valió, lo que costó y lo que sentí en el momento de ganar, yo sé el precio que pagué y no es físico, no es nada material, no es algo que quiero portar encima”, agregó Maravilla al confirmar que no conserva casi nada de sus títulos. “Tengo por ahí cuadros que me fueron regalando pero me voy despojando de todo”, señaló.
El campeón explicó que ahora su domicilio está en Madrid pero que bien podría ser Marbella, Nueva York, Londres, Buenos Aires, Córdoba o Capilla del Monte. “Me aburro mucho si me quedo quieto en un solo sitio”, reconoció.
+ MIRÁ MÁS: De romper prejuicios a escribir una obra de su historia: Muscari habló de la adopción de Lucio, de 15 años
Después de presentarlo como una persona acostumbrada a lucharla, reflexionó: “Creo que todos los seres humanos tenemos una pelea diaria, el tema está en cuál es el objetivo que uno quiere lograr”.
“Me pasó que cuando empecé quería ser el mejor del mundo, para llegar a ser eso tenés que atravesar muchos niveles, muchos rivales, muchas peleas diarias, no solo externas sino con uno mismo también, ahí está la pelea más dura”, aseguró.
La depresión de su mamá
Consultado por un contacto extraterrestre en Córdoba, Maravilla señaló que su mamá “tuvo una experiencia brutal”. Así contó el difícil cuadro de depresión que superó ella.
“Lo que más recuerdo es que le dijeron ‘ahora tenés que ser feliz’ y a partir de ese momento, al otro día, mi madre que estaba separada hacía diez años entró en un pozo muy grande del cual no podía salir y al otro día conoció al hombre que es hoy su pareja”, relató.
Sobre ese momento de su familia, advirtió: “Era una mujer negada a vivir, era difícil estar cerca de mi madre y uno ve a mi mamá ahora y se enamora rápidamente de ella porque es un amor de persona”.
“Mi madre no quería vivir, era muy difícil estar al lado de una persona así tan negativa, tan pesimista y a partir de ese día todo el que se acerca queda encantado porque es un amor”, resaltó.
La “pesadilla” del campeón
Maravilla recalcó que siempre que ganó dio vuelta la página rápido. No se conformó con sus logros deportivos. “En su momento gané y estuvo buenísimo pero diez minutos después yo estaba pensando en otra cosa”, afirmó.
“Me retiré y volví, y lo más maravilloso de mi vida fue haber vuelto porque lo pude disfrutar”, marcó. “Cuando era campeón tuve fama, muchísimo dinero que por suerte lo fui guardando. Es como comparar la pesadilla con el mejor de tus sueños”, sostuvo.
En ese sentido, insistió: “Ser campeón del mundo es una pesadilla. Es muy difícil saber seleccionar las personas con las que uno va a transitar ese camino”.
“Empecé a entender que lo importante no era ser campeón y ni siquiera era el camino sino es con quién transitás ese camino, quién te acompaña. Entender que el que te rodea te puede potenciar o destruir por completo”.
-¿Qué te preparó?
-Me pasaron varias cosas, una es que el éxito grande me llegó después de los 35. A un chico de 22, 23 o 25, que es un pibe, que le llegan 10 millones de dólares empezás a ver tu cuenta que explota. Yo tenía la edad en la que veía el retiro ahí nomas.
Maravilla contó que a los 26 años se fue a Europa. “No era tan chiquito pero estaba muy verde”, admitió. “A los 28 años me llegó la primera chance mundialista, subí al ring siendo un pibe y bajé siendo un hombre”, subrayó.
Boxeo como contención social
En alusión al rol que cumple el boxeo en muchos barrios, Martínez llamó a que los jóvenes “se apoyen en el deporte porque salva vida”.
“Por la labor social que cumple el boxeo, si realmente entendiéramos la función que cumple pondríamos un gimnasio cada media cuadra”, evaluó.
Sobre este punto, concluyó: “Entrás siendo una persona y salís siendo otra totalmente evolucionada aunque te toque perder. Apoyarse en el deporte es lo más bonito y lo más sano que hay”.