Tal como dice su papá Jorge, “Catalina lleva la pasión por Talleres desde su nombre”, en alusión a las primeras tres letras del nombre de pila de la nena de diez años. Hincha de la T desde que tiene memoria, la pequeña va a la cancha con su padre y con su hermano a la platea Ardiles. Sentada en su butaca del Kempes, la niña imaginaba concretar su objetivo principal: conseguir la camiseta de Guido Herrera, su ídolo.
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“Es fanática, tiene tres remeras de Guido, hasta duerme con una de las camisetas puesta”, aseguró su papá en diálogo con ElDoce.tv. Tal es la idolatría por el arquero albiazul que Cata vendió pulseritas para ahorrar y comprarse el juguete de peluche del guardavalla que venden a las afueras de la cancha. “Yo creo que su fanatismo empezó porque Guido usa una camiseta color rosa. Como a los seis años ella eligió esa, por el color”, recordó.
Pero el sueño de esta mini fanática no parecía de fácil acceso. Los primeros métodos de Catalina eran a la vieja usanza: un clásico alarido de “GUIDOOOO, REGALAME TU CAMISETA”. La horda de niños saludando al referente matador dificultaban el propósito y decidió cambiar de estrategia.
Junto a una amiga, confeccionaron un modesto cartelito en el que le pedían la camiseta a Herrera. Tras algunos partidos sin éxito, el cartel se mojó, pero lejos de desanimarse, Cata diseñó con su hermano una especie de pancarta para que el arquero leyera con claridad. Además, buscó a diferentes periodistas que cubrían la previa de los partidos de la T para que conocieran su campaña por el “manto sagrado” de Guido.
“Guido, soy Cata, tu fan N° 1. ¿Me regalás tu camiseta?”, rezaba la obra de arte, mucho más grande y estética que el cartel predecesor.
Sin embargo, lo llamativo de la cartulina no se tradujo en éxito en los primeros partidos que apareció en escena. Hasta que sucedió lo que Catalina tanto esperaba. Tras la victoria 2 a 0 ante Atlético Tucumán del domingo, Herrera se acercó a la Ardiles y le obsequió su camiseta. Automáticamente, la niña quebró en llanto, sin poder creer el “regalazo”. El objetivo estaba cumplido y Cata jamás olvidará el día que su ídolo se tomó un tiempito para cambiarle la vida para siempre.