El fútbol está de luto. La muerte de Juan Izquierdo causó conmoción en el mundo, principalmente en Latinoamérica. El uruguayo estuvo varios días internado tras sufrir una descompensación en pleno partido de Copa Libertadores.
“Aprendí mucho a valorar cuando tengo salud, que parece normal”, había declarado el deportista de 27 años cuando Liverpool fue campeón del Torneo Intermedio y hoy cobra otro sentido.
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El uruguayo tuvo momentos duros en su carrera pese a su corta edad. En 2022 sufrió una fractura que lo dejó afuera de las canchas por seis meses y aseguró que la temporada siguiente la iba a “romper en donde sea”.
Tras ponerse a punto, Izquierdo regresó a jugar sin antes prometerle a su abuelo que iba a salir campeón uruguayo con Liverpool y lo cumplió. “No compro con nada la felicidad y toda la paz que siento. Hace unos meses se me fue mi abuelo y antes de que partiera se lo prometí y lo pude cumplir. El diario de campeón lo quiero para un futuro, para poner en mi barbacoa”, expresó cuando consiguió el título.
Fútbol frustrado y una compañera de fierro
Juan Izquierdo nunca bajó los brazos para llegar a la Primera y ser un futbolista conocido. Sin embargo, el camino hasta ese lugar no fue fácil: a los 16 años pensó en dejar y trabajó con su papá Nelson revistiendo baños y haciendo limpieza.
Durante la pandemia también atravesó momentos difíciles. Se dedicó a la soldadura mientras peleaba un puesto en el primer equipo de Wanderers. Su esposa Selena siempre estuvo a su lado y fue clave para acompañarlo en el recorrido. Juntos tenían dos hijos, una de dos años y medio, y otro de tan solo 10 días (nació 8 días antes de que el futbolista de desvaneciera).
“Había días en los que llegaba a casa re triste, pero, por suerte, tengo a una mujer que vale oro y que me hacía ver el lado positivo de las cosas. El apoyo de ella fue fundamental”, supo halagarla el jugador de Nacional en notas periodísticas.
Izquierdo salió de una familia trabajadora, a la que no le sobraba nada y que no siempre tenía el dinero para comprarle los últimos botines o un celular con la última tecnología. Eso marcó su forma de ser: perfil bajo, sin presumir lujos y muy cercano a sus amigos de la infancia.