Gustavo Fernández (29) estuvo cerca de lo peor debido a una complicación de salud. El cordobés, referencia global del tenis en silla de ruedas, pasó Año Nuevo internado en Buenos Aires y, según manifestó, “los últimos seis meses salió todo mal”.
En una entrevista a La Nación, el actual número 3 del ranking contó que le diagnosticaron angina que luego se “convirtió en faringitis, que pasó a faringitis con estreptococo, que fue absceso, una bola de pus en la garganta”.
Debía ser operado de amígdalas, pero hasta abril sufrió una infección distinta cada 10 días. “Me operé de las amígdalas y me dijeron que había posibilidad de sangrado. Y pasó, pero como tenía la zona debilitada por el absceso, el músculo estaba deteriorado, cuando se abrió se rajó entero”, recordó.
Una noche en Río Tercero, localidad de la que es oriundo, comenzó a escupir sangre. La pesadilla siguió por la mañana: “Me levanté con otro sangrado y fue cada vez peor, una película de terror”. Tenía una hora hasta Córdoba y no paraba de vomitar sangre.
Se subió al auto de su tía. Su esposa también lo acompañó. Viajaron de urgencia. Fue la hora más larga de su vida. “Iba con un balde en el auto, lo llenaba de sangre, la tiraba, lo llenaba y la tiraba. En el momento no fuimos conscientes de la gravedad”, relató el tenista cordobés.
Al llegar a la clínica fue directo al quirófano. Lobito confesó que había perdido muchísima sangre y fue la transfusión lo que lo salvó. Permaneció cuatro días internado. Cuando lo peor había quedado atrás, una médica le dijo a su esposa: “Gusti se salvó porque es joven, sano, deportista de alto rendimiento y el corazón bombeó, pero estuvo al límite de lo peor”.
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De acuerdo a lo que explicó Gustavo Fernández, sufrió una hemorragia interna luego de la operación: “Me dijeron que se abrió un ramal de la carótida. Fue un susto gigante”. Reconoció que después de la última intervención tuvo con ataques de pánico y miedo.
“Cuando volví a entrenar respondí bien. Entonces, dije: ‘Bueno, si no hay riesgo, todo lo que venga es para sumar’. Vine con esta perspectiva a Europa”, había confesado el riotercerense que perdió este jueves en semifinales de Roland Garros frente al británico Alfie Hewett, el número uno del mundo.
“Nunca pensé vivir una experiencia así a mi edad, en la que me siento un toro. Tuve suerte y va a terminar siendo todo positivo, porque hay que encontrarle ese matiz a las cosas. Así lo hice siempre con mi familia, desde chico”, reflexionó.