"Dale 'Cuchu', dejáte de joder. Una vez que vayas al baile no va a pasar nada". El pedido de los amigos a un adolescente José Luis Cuciuffo era reiterado, pero ellos sabían que sería inútil. Es que aquel pibe de barrio San Martín tenía una cosa en claro: iba a ser jugador de fútbol profesional.
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Héroe del Mundial '86, el surgido en Huracán de La France es un digno relato de la fuerza de la perseverancia. Y del "don de gente", tal como se encargaron de reconocer todas las personas que tuvieron el honor de conocerlo. Desde un tal Diego Armando Maradona hasta un vecino de barrio Los Paraísos que iba a tomarse un café a su bar de boulevar Los Granaderos.
Pero la gran historia de Cuciuffo y el fútbol no empezó el 5 de junio 1986 en el empate 1 a 1 de Argentina con Italia, su primer partido como titular en el Mundial de México. Todo comenzó en el pasaje Martín de Garayar, donde se ubica la cancha del Luminoso de barrio La France.
Sus inicios
José Luis vivía en la casa de sus viejos en la calle Pinzón, enclavada en barrio San Martín. Sus primeros pases, anticipos y cabezazos los dio en la famosa Plaza de los Burros, un auténtico potrero de los de antes. Actualmente, ese espacio de recreación cuenta con el Paseo José Luis Cuciuffo, establecido por el Concejo Deliberante en 2016.
Ya de jovencito, vistió los colores verde y amarillo de Huracán, el club que le abrió las puertas del "fútbol en serio". En el "Luminoso", este versátil defensor se destacaba sobre el resto. Pero hubo un partido en particular que cambió el rumbo de su historia para siempre. En una goleada por 4 a 0 frente a Talleres, fue la figura indiscutida del partido, por lo que despertó el interés del club de Barrio Jardín, que lo adquirió.
Sin embargo, "Cuchu" se fue a préstamo a Chaco For Ever, donde se destacó en el Nacional de 1980. En el 81 llegó a la "T" y, a pesar de no disputar una gran cantidad de partidos, se ganó el cariño de los hinchas albiazules. Dato de color: de los 43 encuentros que jugó, dos fueron con el buzo de arquero. Por la expulsión de Oscar Quiroga y de Héctor "Chocolate" Baley, en partidos ante Newell's y Guaraní Antonio Franco, respectivamente, se calzó los guantes sin ningún problema.
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Un salto de calidad
En 1982 pasó a Vélez Sársfield, donde adquirió notoriedad por sus grandes virtudes como defensor. A pesar de ser zaguero central, Cuciuffo podía ocupar cualquier puesto de la retaguardia, lo que lo convertía en un futbolista versátil por excelencia. En el conjunto de Liniers tuvo sus mejores años, lo que le valió su convocatoria al Mundial de México 86.
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No obstante, su coqueteo con la Selección Argentina venía de antes, y no precisamente por sus grandes actuaciones en la cancha. Previo al Mundial de España 82, la revista cordobesa Humor bromeaba con su apellido y exigía al entrenador de la Albiceleste, César Luis Menotti, lo llevara a la máxima cita del fútbol.
Finalmente, los chistes sobre José Luis se vieron respaldados por sus rendimientos sobresalientes, y llegó a México silbando bajito y con pocas chances de integrar el once inicial en el esquema del Narigón Bilardo. Pero el destino le tenía preparadas grandes cosas.
Protagonismo impensado
En el primer partido de Argentina en el Mundial 86, el Doc no incluyó a Cuciuffo en la alineación titular. Su lugar lo ocupó Néstor Clausen, pero el jugador de Independiente no tuvo un buen encuentro en la victoria 3 a 1 sobre Corea del Sur. A partir de ahí, el puesto de "stopper" por derecha fue propiedad de José Luis, que no desaprovechó su oportunidad.
En el triunfo 2 a 0 ante Bulgaria, en la tercera fecha de la fase de grupos, "Cuchu" participó en el primer gol albiceleste. Tiró un medido centro para que Jorge Valdano fusilara de un cabezazo y abriera el marcador. Después de esta victoria, no salió ni un minuto en la gesta de Maradona y compañía que llevó al país a lo más alto de la gloria futbolera.
Era un tipo simple, "buen contador de anécdotas como todo cordobés", como dijo en una ocasión Oscar "el Mago" Garré. En una entrevista que le dio a Enrique Macaya Márquez en plena competencia, se definió como una persona "muy sentimental".
Pero no solo el aporte futbolístico del "Cuchu" fue clave para la histórica conquista en tierras aztecas. Su carisma, humor y alegría siempre estuvieron presentes en las concentraciones del plantel. Jorge Valdano llegó a describirlo como "una delicia de persona, un encanto de tipo".
"Era uno de esos facilitadores de la unión grupal. Pasan desapercibidos y sin embargo, cuando faltan, dan la sensación de que se cae una columna en la que uno está apoyado", agregó el ex-Real Madrid en una entrevista a Deportv.
Monstruos de la talla de Ricardo Bochini, el Tata Brown y Oscar Ruggeri elogiaron el llamado "don de gente" del cordobés. En una oportunidad, el "Cabezón" se emocionó en el programa 90 Minutos al recordar al "Cuchu".
Sus números finales en la Selección Argentina redondearon 21 partidos, con dos Copas América disputadas, además de la Copa del Mundo.
Su etapa post Mundial
Solo 11 días después de salir campeón, fue a Córdoba a disputar un amistoso con Vélez. ¿El rival? Belgrano. ¿La principal figura pirata? Diego Armando Maradona, que jugó para los de Alberdi. El encuentro terminó 1 a 1 y el Pelusa malogró un penal.
Después siguió jugando en Vélez, pero en 1987 llegó a Boca. En el Xeneize ganó dos títulos y se metió en el corazón de la "Mitad más uno" por un gol en un clásico contra River, en lo que fue victoria 1 a 0 en 1989. Además, con la "azul y oro" tuvo que volver a calzarse los guantes tras una expulsión del "Loco" Gatti.
Luego, llegó su chance europea cuando jugó para el Nimes francés, en donde compartió plantel y días de pesca con el genial Éric Cantona. Pero la Docta empezó a tironearle los afectos y en 1993 volvió a Córdoba para vestir la camiseta celeste de Belgrano. En el club de Alberdi disputó 14 partidos e hizo dos goles. Lamentablemente, una lesión en los meniscos lo llevó al retiro.
El día después
Una vez colgados los "timbos", Cuciuffo se dividió en varios frentes. Tuvo un bar en la esquina de boulevar Los Granaderos y Cerrito, dirigió a su querido Huracán y estuvo al frente de una escuela de fútbol en la avenida Padre Claret.
Decían los parroquianos de Hermes, tal el nombre del bar, que José Luis atendía a todos con la humildad de siempre. También se enfrascaba en largas charlas de caza y pesca con cualquier desprevenido que iba a tomarse un "feca" a la esquina y volvía amigado con un campeón del mundo. El verdadero "quién pudiera".
A fines de 2004, Cuciuffo había ido de excursión de caza al sur de Buenos Aires. En un trágico accidente, perdió la vida al detonarse una carabina que, en un sobresalto de la camioneta en la que iban, se disparó. Su velorio fue en Córdoba y contó con la presencia de Bilardo, entre otras figuras que lamentaron la partida de José Luis. Un tipo simple y querido que dejó una huella en el corazón de los cordobeses. Y en la historia del fútbol mundial.
Cordobeses Mundiales es una sección de ElDoce.tv para contar las historias de nuestros futbolistas en las Copas del Mundo. Esta es la segunda entrega... ¡y se vienen muchas más!