Llevado al extremo, el fanatismo por el fútbol puede resultar peligroso. Así lo demuestran las extorsiones que un coleccionista hincha de Instituto recibió durante este fin de semana, que incluyeron hasta una amenaza de muerte hacia su hija.
La víctima, que prefirió mantener su identidad en el anonimato, contó en Arriba Córdoba que el sábado le llegó el primer mensaje. Allí encontró una foto de su hija y amenazas de muerte para que vendiera las piezas.
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"Si amás a tu hija vendé toda tu colección de Instituto, cagador. Y si denuncias se te pone en contra todo un pabellón”, lo apretaron. El hombre decidió bloquear el número pero el domingo recibió más mensajes a través de redes sociales.
+ La primera amenaza
Por los contactos que mantuvieron, hay motivos para creer que las intimaciones llegaron desde la cárcel. Los extorsionistas hablaban en plural, se referían a un “pabellón” y aseguraban ser “de la mafia” y “choros profesionales”.
La situación escaló cuando los delincuentes encontraron la dirección del lugar en dónde trabaja. “Desde otro número, me mandaron en vivo una foto de mi auto estacionado al frente de mi oficina”, comentó.
+ Más mensajes
Entrega, rescate y detención
El lunes, justo después del partido de Instituto contra Estudiantes, le dieron un ultimátum. El coleccionista tuvo que llevar sus casi 90 camisetas a un baldío ubicado en la esquina de calle José Eusebio Agüero y Avenida del Trabajo, en el límite entre los barrios General Bustos y Talleres.
Después de perder algunos de sus bienes más preciados, la víctima realizó la denuncia ante la Policía. La investigación quedó en manos del fiscal de turno de la Unidad Judicial de Delitos Económicos, Raúl Garzón. Con los testimonios, pudieron reconstruir los hechos y dar con los ladrones.
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Sin embargo, no recuperaron todo el tesoro. En total las autoridades secuestraron 84 camisetas pero hay cuatro que no le pertenecen a la persona extorsionada, por lo que cerca de seis siguen extraviadas.
De momento, todas las piezas quedaron en la unidad judicial porque son prueba en la causa.
Un viejo conocido
La víctima aseguró que el jefe de los delincuentes resultó ser un conocido. “Es otro coleccionista de Instituto, en su momento tenía una linda colección pero con el tiempo se fue desprendiendo de la misma”, contó. “Le he cambiado, comprado y vendido camisetas. Por eso no salgo de mi asombro”, cerró.