La escena se repite cada fin de semana: padres contra el alambrado gritándole a sus hijos, al árbitro y a los entrenadores en un partido de inferiores de la Liga Cordobesa de Fútbol. La problemática no es nueva y está muy arraigada en las divisiones formativas.
Ante este escenario que muchos en el ambiente consideran "normal", Telenoche consultó con formadores, profesores y especialistas sobre las presiones en la etapa de crecimiento de los que sueñan con ser como Messi en un futuro.
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Carlos Gómez es integrante de la comisión directiva del Club Infantil Barrio Ituzaingó, popularmente conocido como Cibi. "Nosotros vemos en esos ojitos esperanza, una posibilidad, una ilusión. Tratamos de mantener vivo ese sueño", contó mientras decenas de chicos corrían detrás suyo en la cancha sintética del club que vio nacer a Bebelo Reynoso.
Pero muchas veces esa expectativa infantil de solo divertirse y, de paso, ver si puede llegar a dedicarse al fútbol, se ve abruptamente interpelada por las presiones de los padres.
+ VIDEO: La presión de los padres en las inferiores:
Al respecto habló Gerardo Salorio, un experto en lo que es el fútbol formativo. "Muchos ven el fútbol como una posibilidad de salida laboral, para mejorar la vida de una familia. Termina siendo una presión que se ve sábado a sábado", aseguró quien fuera preparador físico de la Selección Argentina sub 20 campeona en los Mundiales de 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007.
Y arrojó un dato para reflexionar: "Solo uno de cada cuatro de los chicos de inferiores de AFA termina viviendo del fútbol. Y de esos, no todos terminan en la élite".
En la misma línea, el coordinador de inferiores del Cibi, Lucas Páez, añadió: "Tenés a los padres que piensan que los hijos son Messi o Maradona. Tratamos de hablarlos, escucharlos y hacerles entender que los chicos pueden tener muchas condiciones, pero es un proceso".
Además, remarcó la conducta de gritar desde afuera de la cancha durante los partidos, algo corriente en el fútbol de inferiores. "Si dan indicaciones los entrenadores y los familiares se hace un bullicio terrible en donde el jugador es el perjudicado porque no sabe qué receptar", explicó.
Por su parte, Carlos Gómez contó que muchas veces los padres "se ponen agresivos ante algún fallo" y recomendó "ser más tolerantes".
Con respecto al origen de estos comportamientos inapropiados, el médico pediatra Enrique Orchansky dio su visión: "Los padres y madres presionan para conseguir resultados que los chicos no pueden alcanzar. Los chicos quieren jugar y los padres, competir".
La consecuencia de esta puja es siempre la misma: el chico se siente humillado por no alcanzar un objetivo o porque ocurrió delante de sus compañeros. "El que grita mucho seguramente está cubriendo algo que no pudo hacer", precisó en alusión a las frustraciones de los adultos proyectadas en los chicos.
Por último, todos los consultados por El Doce coincidieron en una máxima a la hora de transitar el camino de las divisiones inferiores: "Hay que acompañar al chico en su sueño".