Gabriel Murta es un policía militar que los fines de semana se gana unos reales extra como árbitro de la Liga amateur de Belo Horizonte. Sin embargo, el fin de semana las profesiones se le mezclaron y todo terminó en un escándalo.
Tras un cobro polémico y las típicas discusiones entre los jugadores del Brumadinho y Amantes da Bola, el juez fue corriendo al vestuario. La sorpresa fue mayúscula cuando apareció con un arma en la mano y amenazando a los presentes.
Por suerte, la cosa no terminó de manera trágica y el policía-árbitro dijo que decidió ir por su pistola porque le habían pegado e insultado.
Giulinano Bozzano, jefe de la Asociación de Árbitros de la región Metropolitana, intentó poner paños fríos: "Lo que pasó no es algo normal, pero no quiero apresurarme. Tomó su arma porque quiso controlar la situación".
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