Lo que iba a ser una histórica final se transformó en un histórico papelón del fútbol argentino, de los hinchas violentos y de la Conmebol. A las 18, una hora después del horario original para que inicie el partido, se informó que Pablo Pérez padece una úlcera de córnea provocada por "cuerpos extraños" y no tendría el alta para jugar la final de la Copa Libertadores frente a River.
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Ante la noticia, confirmada por la guardia del servicio de oftalmología del Sanatorio Otamendi, desde la dirigencia xeneize reiteraron que no quieren jugar el partido. José Requejo, histórico dirigente del club, reprochó que pese a la barbarie la Conmebol quería jugarlo sí o sí.
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El partido fue reprogramado por segunda vez para las 19.15 y terminó suspendiéndose. Mientras tanto, los médicos de Conmebol agigantaron la polémica: en un comunicado, confirmaron "lesiones de piel superficiales" pero destacaron que la lesión en la córnea de Pérez "no se pudo confirmar por nuestro cuerpo médico".