El caso de Santiago Ramos Mingo sorprende al fútbol argentino. Pasó de las inferiores de Boca a firmar un jugoso contrato con el Barcelona que incluye cláusulas de salidas multimillonarias: 60 millones de euros mientras juegue en el Barça ‘B’ y 100 millones de euros si llega al primer equipo.
Tiene 18 años, es zurdo y nació en Córdoba el 21 de noviembre de 2001. Surgió de Deportivo Atalaya, donde jugó entre 2013 y 2015 hasta que pasó al Xeneize.
Debutó en un amistoso internacional, fue convocado para la Copa Libertadores y realizó la pretemporada con la Primera, pero nunca firmó un contrato profesional. Fuentes internas de Boca aseguran que el joven y su familia fueron quienes se negaron a hacerlo para así, por la patria potestad, poder irse como jugador libre y fichar en un club europeo sin trabas.
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De esta manera, tanto el club cordobés cordobés como Boca sólo cobrarán dinero por los derechos de formación, pero no por alguna futura venta de este defensor que pinta para ser una estrella.
“A pesar de su juventud es un central zurdo con mucho carácter, ordenado posicionalmente y con un buen juego aéreo. Capaz de desenvolverse en cualquiera de las dos posiciones del eje de la defensa”, lo describe el Barcelona en su página web oficial.
Ramos Mingo ya superó las pruebas médicas y ayer fue presentado en el Estadio Johan Cruyff ante la atenta mirada de los principales directivos del Barça B. Firmó contrato por tres temporadas más dos opcionales.
A mediados de enero, y apenas asumió la nueva dirigencia de Boca con Ameal, Pergolini y Riquelme, el caso del cordobés fue un escándalo porque se ausentó de los entrenamientos de forma repentina y comenzó a negociar de manera directa con el Barcelona. De todas maneras, el reglamento de la FIFA lo avala: al no haber firmado contrato profesional y tener pasaporte comunitario, tenía la posibilidad de pasar a cualquier club europeo.