Después de la derrota de Boca ante River y de que le gritaran “se va preso”, Sebastián Villa entró a los tribunales de Lomas de Zamora para declarar en el juicio en su contra por violencia de género y amenazas. Su expareja, Daniela Cortés, lo denunció en abril de 2020.
En un tono de voz que apenas se escuchaba, el delantero colombiano se declaró inocente ante la jueza Claudia Dávalos: “Nunca cometí ninguno de los delitos por los que se me acusan”.
Luego, el jugador de 26 años relató cómo nació su relación con Cortés y cómo fueron los meses de convivencia en una casa del country Saint Thomas donde habrían sucedido los hechos.
Según su relato, se conocieron por redes sociales cuando jugaba en el club Tolima y después de que se concretara la venta de Boca se fueron a vivir juntos a Buenos Aires. "Ella volvía, se quedaba un mes, después se iba dos o tres meses. Así era nuestra relación”, contó Villa. Y remarcó que ella tenía a su hija y estaba cursando en la universidad y “su papá no la dejaba quedarse”.
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En gran parte de su declaración se defendió con ataques a su expareja y hasta denunció de que llegó a usar camisetas manga larga para que sus compañeros “no vean lo lastimado que estaba por los golpes que recibía”.
Sebastián Villa manifestó que Cortés le “pedía plata constantemente” y que “le pagó una operación estética de 14 mil dólares”. También dijo que todo cambió cuando comenzó a jugar para el conjunto Xeneize y el día que se le acreditó en su cuenta los millones de dólares de la venta, “compró un departamento en Medellín y la familia de Daniela se lo quedó”.
El futbolista siguió defendiéndose y reveló otros episodios con la joven. Lo cierto es que es la primera vez que los menciona y a ninguno lo denunció ante las autoridades. Cuando finalizó su declaración, sus abogados exhibieron videos de las supuestas agresiones que sufrió de su ex y la sala debió desalojarse porque Daniela Cortés aparecía en ropa interior.
Villa está imputado por lesiones leves agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género y amenazas coactivas que prevé una pena de hasta seis años de cárcel. En el expediente, los investigadores recopilaron exámenes psicológicos, pericias, chats y testimonios de testigos. Además, un anillo de color negro es clave en la causa, ya que el jugador lo tenía puesto al momento de los supuestos hechos que involucra golpes de puño, gritos y amenazas.