La historia de Thiago Boneiro se conoció a través de un video que se hizo viral. Allí pedía conocer a los jugadores de Boca "para estar más fuerte y pelear a la enfermedad". El presidente Daniel Angelici se enteró y se contactó con su familia para invitarlo al entrenamiento.
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Así fue como el nene ciego llegó a Casa Amarilla. Presenció la práctica y luego conoció a los jugadores y al cuerpo técnico. Todos lo saludaron diciéndole su nombre para que pudiera reconocerlos y hablaron con él. Cuando le propusieron jugar, Thiago les preguntó: "¿Se van a vendar los ojos?".
Pablo Pérez, Darío Benedetto y Guillermo Barros Schelotto se vendaron los ojos con las pecheras de entrenamiento y jugaron con una pelota envuelta en una bolsa de nylon, como usa Thiago para poder escuchar donde está el balón. El momento fue maravilloso. Entre risas y pifiadas, hizo un gol y hasta le metió un "caño" al goleador de Boca.
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El cordobés Cristian Pavón le regaló su camiseta y Agustin Rossi sus guantes. Además, lo invitaron a recorrer La Bombonera, visitar el Museo de Boca, entrar a los vestuarios, salir por el túnel y hasta tocar las copas ganadas por el club.
"Este cáncer no me va a llevar, voy a ganar yo", repetía Thiago provocando un nudo en la garganta de los jugadores. Vive en Tres Arroyos con su mamá Stella Maris, quien tiene una dura historia de vida. Durante el embarazo, sufrió violencia de género. "No tengo palabras para agradecer este gesto. Es lo único que pedía en la vida", dijo ella.
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"Dicen que ya no hay nada más que hacer, pero, gente, yo les quiero decir algo: acá hay guerrero para rato y guerrero para siempre. Nunca hay que bajar los brazos y siempre meterle para adelante", expresó Thiago cuando salió del club, con la invitación para presenciar el partido del 3 de diciembre contra Arsenal en La Bombonera.
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