El poder de fuego que tienen algunos gremios se mide por la capacidad que tienen de paralizar la ciudad. La dirigencia inmoral ha llevado a cientos de trabajadores por un camino de riesgo laboral y de la conveniencia personal. Hemos perdido los valores elementales y los choferes, muchos de ellos presa de la ambición de sus dirigentes, reciben el rechazo de los ciudadanos que quedaron nueve días a pie. No existe la solidaridad en el gremialismo. Se acabó Tosco, Atilio López, verdaderos líderes que luchaban por ideales. La pelea ahora está limitada solamente al bolsillo. Los principios de la OIT sobre el derecho a huelga dicta claramente la necesaria consideración del otro y de la preservación de la integridad.
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