Todos los sábados, con la ilusión de una taza de leche caliente, 160 niños llegaban hasta el Centro Vecinal de barrio San Javier. Ahora esa copa fundamental corre riesgo de desaparecer.
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El miércoles un grupo de delincuentes se llevó ollas, utensilios, mesa, sillas y la comida de un mes. Pero no solo les alcanzó con robar, rompieron puertas, forzaron cerraduras y destruyeron hasta el techo.
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