La localidad de North East, en el estado de Maryland (Estados Unidos), quedó conmocionada tras el hallazgo del cadáver de una nena de apenas 3 años en un terreno baldío.
La pequeña, identificada como Nola Dinkins, estaba dentro de una valija envuelta en plástico. La investigación condujo a un giro estremecedor: los propios padres fueron detenidos como responsables del crimen.
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Días antes del hallazgo, la madre de Nola, Darrian Randle, había denunciado que su hija fue secuestrada a punta de pistola en Newark, Delaware, a unos 30 minutos de su hogar. A raíz de esa denuncia, se activó una Alerta AMBER —el equivalente estadounidense a la Alerta Sofía argentina— para dar con la menor.
Como parte de su coartada, la mujer incluso presentó a la Policía un dibujo con el supuesto lugar del secuestro. Sin embargo, los investigadores notaron inconsistencias en su relato y decidieron revisar el domicilio familiar. Allí se encontraba Antoine Britten, pareja de Randle, quien aportó una versión completamente diferente de los hechos.
Gracias a esta información, los investigadores lograron ubicar el punto exacto donde se hallaba la niña. El cuerpo de Nola fue encontrado sin vida, dentro de una valija, envuelto en plástico, y con signos evidentes de desnutrición y maltrato.
Frente a la evidencia irrefutable, Randle confesó haber golpeado a su hija con un cinturón hasta dejarla inconsciente. Tanto ella como Britten fueron detenidos de inmediato y quedaron acusados por los delitos de asesinato en primer y segundo grado, y abuso infantil en primer grado con resultado de muerte.