Jair Bolsonaro pasa sus primeras horas detenido en una sala especial dentro de la sede de la Policía Federal en Brasilia, donde permanecerá recluido de manera preventiva por orden del Supremo Tribunal Federal. Condenado a 27 años de prisión por intento de golpe de Estado tras desconocer su derrota electoral en 2022, el ex presidente fue trasladado este sábado a un espacio adaptado para autoridades y figuras públicas.
Según medios locales como Folha de São Paulo, se trata de una “Sala de Estado” de aproximadamente doce metros cuadrados, equipada con aire acondicionado, una cama de soltero, un armario, una mesa con silla, un baño privado y hasta un pequeño refrigerador. CNN Brasil añadió que también cuenta con una ventana y un televisor.
La Corte Suprema dispuso que Bolsonaro tenga atención médica permanente, debido a sus antecedentes de salud y a las cirugías que acumuló en los últimos años. Las visitas solo podrán concretarse con autorización judicial, según determinó el magistrado Alexandre de Moraes, responsable del caso.
+ MIRÁ MÁS: Video: un avión de combate se estrelló en plena demostración del Dubai Air Show y murió el piloto
El ex mandatario fue detenido en su domicilio de Brasilia, donde cumplía prisión domiciliaria desde agosto por incumplir medidas cautelares vinculadas a la causa por golpismo. Este sábado, agentes federales lo trasladaron hasta la Superintendencia de la Policía Federal, donde algunos de sus simpatizantes y dirigentes se acercaron para intentar darle apoyo.
Moraes ordenó la prisión preventiva al considerar que existía “riesgo concreto de fuga” y una “amenaza al orden público”. De acuerdo con el Centro de Monitoreo Integrado de Brasilia, el dispositivo de geolocalización que Bolsonaro portaba habría sido vulnerado durante la madrugada del 22 de noviembre.
Para el juez, esto evidenció un intento de romper la tobillera electrónica y facilitar su escape, aprovechando la movilización de seguidores durante una vigilia convocada por su hijo Flávio Bolsonaro.
En su resolución, Moraes remarcó la reiteración de un “modus operandi” ya conocido: apelar a la agitación de sus simpatizantes para generar confusión y avanzar en sus propios objetivos políticos, incluso en medio de una causa que lo tiene como principal responsable de un plan para subvertir el orden democrático de Brasil.