Las cifras del coronavirus en Brasil no paran de crecer y la situación preocupa a toda la región. Durante el martes, el país vecino registró 600 nuevas muertes, récord para un solo día, y ya son casi 8.000 los fallecidos en total.
El sistema de salud en muchos estados está al borde del colapso, como así también los servicios funerarios. Mientras tanto, el presidente Jair Bolsonaro insiste a la población a que salga a trabajar y desalienta las medidas de distanciamiento social, lo que pone en peligro la vida de miles de personas.
Cada vez más gobiernos y municipios ignoran al presidente e intentan poner medidas más estrictas, pero reclaman la necesidad de que desde el ejecutivo nacional deberían llegar las indicaciones claras para combatir la pandemia.
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Brasil ya superó los 114.000 contagios y la situación no va camino a mejorar. Las autoridades de lugares como Fortaleza, Belem y Manaos decidieron instalar cámaras frigoríficas para conservar los cuerpos de los fallecidos hasta que puedan ser enterrados, porque los crematorios también están saturados.
Se calcula que en el país vecino las tasas de aislamiento de población son de apenas el 50 por ciento, cuando lo recomendado por la comunidad internacional es que supere el 70 por ciento.
Debido a las contradicciones de Bolsonaro, hubo mandatarios de distintas regiones que ordenaron sus propios bloqueos para intentar contener la pandemia y frenar la cantidad de muertos. Lo cierto es que, pese a que el presidente brasileño decide no escuchar las recomendaciones para priorizar la economía, la crisis ya golpea muy fuerte al país y los contagios no paran de multiplicarse.