Anna Mae Blessing, de 92 años, llevaba seis meses viviendo con su hijo (72) y su nuera (57) en Fountain Hills, cerca de Phoenix (Arizona, Estados Unidos). Pero hacía tiempo que no le gustaba estar ahí por la forma en que la trataban. Todo se había vuelto muy difícil.
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Fue así como un día, en medio de una fuerte discusión con su hijo en el dormitorio, terminó asesinándolo con dos armas que tenía en su poder desde los años setenta. Al parecer, lo mató para evitar ir a un hogar de ancianos, lugar donde querían internarla y en el que se negaba pasar el resto de sus días.
La nuera llamó a la Policía luego de la tragedia: encontró a su marido tirado en el suelo, cerca del baño y a su suegra sentada en una mecedora en su habitación. Inmediatamente Blessing quedó detenida, acusada de asesinato en primer grado, asalto y agravado con un arma mortal y secuestro. El juez le impuso una fianza de 500 mil dólares. .
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“Terminaste con mi vida, así que yo me llevo la tuya”, gritó la anciana, dirigiéndose a su hijo, mientras era arrestada. Cuando los oficiales la trasladaban, le preguntaron qué creía que iba a suceder ahora que iba a estar encerrada, ella sin titubear, contestó que deberían “ponerla a dormir” por sus acciones.