El ataque químico en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, dejó al menos 86 personas muertas, entre ellas, 20 niños. La masacre destruyó la ciudad y muchas personas perdieron a su familia.
El triste adiós. Sabdul-Hamin Alypusef, un comerciante de 29 años, atraviesa el peor momento de su vida. Durante el bombardeo, estaba con sus hijos y esposa, a quienes logró sacarlos de la casa. Pero lamentablemente perdieron la vida.
Con mucho dolor, cargó a sus gemelos de nueve meses en cada brazo, acarició sus cabezas y contuvo las lágrimas. Sólo pudo darles el último adiós en medio del entierro. Gran parte de su familia también murió: dos hermanos y tres sobrinos.
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“No pude salvar a nadie. Todos están muertos”, aseguró indignado y conmovido por la situación, de la que aún no encuentra respuestas. "Eran niños. ¿Cuál fue su culpa? ¿Por qué lanzaron el gas? ¿Por qué?", gritaba desesperado.