"No tengo ningún interés en renunciar, no me resigno". Con estas palabras, la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, aclaró que no dará un paso al costado, en medio del escándalo que vive el país por las causas de corrupción que involucran al gobierno y a su antecesor Luiz Inacio "Lula" Da Silva.
Quién también defendió a Lula, principal acusado en el caso de megacorrupción por la petrolera Petrobras, fue Cristina Fernández de Kirchner. La ex presidenta argentina aseguró que "hay un intento de algunos sectores para destruir su imagen".
"Lula no se considera ni está por encima de la ley. Pero tampoco puede ser objeto de ataques injustificados en contra de su integridad personal. Estamos con él y ciertos de que la verdad prevalecerá", expresó desde su cuenta de Facebook.
Mientras tanto, el clima político en Brasil se sigue recalentando y grupos opositores convocaron a manifestarse. "Si salen ocho millones de personas a la calle el todo el país, tanto el Congreso como el Poder Judicial van a estar presionados para acelerar la destitución de Dilma", dijo el diputado Eduardo Barbosa, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Desde el Partido del Movimiento Democrático Brasileño le prohibieron a sus afiliados ocupar cargos en el Gobierno, en lo que se consideró como un claro distanciamiento de la presidenta.