Desde el día que se declaró oficialmente la muerte de Nancy Mariana, una joven de 18 años, su padre, Martín Mestre, no paró de buscar al asesino. Todo comenzó el 1 de enero de 1994 cuando su hija se fue a celebrar año nuevo con su pareja, Jaime Saade, en Barranquilla, Colombia.
Las últimas palabras que Mestre le había dicho a Nancy fue: “Regresás a las tres”. Sin embargo, ella nunca volvió. “Cuidamela”, le pidió a su nuero, quién tiempo después, en 1996, un juez lo terminó condenando a 27 años de cárcel por homicidio y violación de la joven.
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La primera versión que se manejó, fue que Nancy había intentado suicidarse. “Su hija tuvo un accidente, está en la Clínica del Caribe”, le dijo la madre de Jaime a Mestre. En ese momento, él se dirigió al sanatorio a buscarla y se topó con una enfermera que le contó que la víctima había llegado envuelta en una sábana sucia llena de rastros de maleza.
Después de pasar ocho días internada inconsciente, Nancy falleció. A Martín nunca le cerró la historia y llevó el caso a la justicia. El análisis forense indicó que era imposible que Nancy se hubiese suicidado. Le encontraron marcas de pólvora en la mano opuesta al lado de la sien por donde entró la bala.
Además, tenía golpes en los brazos, muslos y en la zona vaginal, y como restos de piel bajo las uñas, que evidenciaron que intentó defenderse. Luego de la sentencia, la Interpol emitió una orden de búsqueda internacional. “Desde ese día vivo en función de si lo capturan. No es una obsesión, es un deber como padre”, dijo el hombre de al diario El País.
El acusado podría quedar impune
Después del hecho, Saade desapareció sin dejar rastro y la condena nunca pudo realizarse. Mestre (79) hizo un curso de inteligencia y trabajó durante 26 años para dar con él. Se creó cuatro perfiles falsos en las redes para acercarse a la familia del asesino y descubrir la verdad: dos hombres y dos mujeres de origen árabe que “vivían” en Aracataca, región de donde era la familia del acusado.
Martín jugaba con el tiempo. En julio de 2023 si Saade no aparecía, quedaría en libertad y sin cargo. Sin embargo, él nunca se rindió y en 2019 obtuvo las pistas que necesitaba para encontrarlo. “Belo Horizonte” fueron unas de las palabras claves que resonaron en las conversaciones que fingía con la familia. Así fue como se le ocurrió que podría estar en Brasil.
A fines de enero de 2020, Mestre recibió la llamada que tanto esperaba: la justicia brasileña y la colombiana iniciarían la extradición de Saade. El asesino efectivamente estaba en dicho país.
Pese a eso, la historia se complicó cuando de los cinco jueces que lo conforman el Supremo Tribunal Federal de Brasil, dos votaron a favor, dos en contra y uno estuvo ausente. De acuerdo con los principios procesales, en caso de empate se decidía en favor del acusado.
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“Fui al baño y después de algunos minutos, oí un disparo. Salí inmediatamente y la vi en el suelo, con mucha sangre y un revólver a su lado”, fue la versión que dio Saade. Mientras tanto, Martín lucha con sus abogados para que se repita la votación y finalmente el asesino de su hija pueda cumplir la condena asignada.