Los ciudadanos de Estambul no logran salir de su asombro. La ciudad turca fue sacudida por los terribles crímenes de Adnan Oktar, líder de una secta islamista. El telepredicador fue condenado a más de 8 mil años de prisión por abuso sexual, tortura, fraude, secuestro y creación de una organización criminal.
La sentencia final llegó a cuatro años de su detención, en 2018. En ese entonces, fue arrestado junto a 160 de sus seguidores. Finalmente, el tribunal juzgó a 215 personas. En 2021 el autoproclamado “gurú” fue condenado a 1.075 años de prisión.
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Su defensa apeló y el veredicto inicial quedó anulado. Aunque la corte de Estambul rebajó ligeramente la pena hasta 891 años después decidió sumar otras 13 sentencias contra subordinados de Oktar, al considerar al telepredicador como responsable último de esos delitos, con lo que la pena terminó en 8.658 años de cárcel.
Oktar negó los hechos pero como única defensa se limitó a asegurar que las acusaciones son un ataque personal por parte de una conspiración mundial, dirigida por el servicio de inteligencia británica.
Abuso sexual y lavado de cerebro
En sus testimonios, exintegrantes de la secta dijeron que a las mujeres les lavaban el cerebro y que las amenazaban para esclavizarlas sexualmente. Además, perdían todo vínculo con sus familiares y seres queridos.
Las jóvenes eran obligadas a ofrecer servicios sexuales a personajes de perfil público, desde políticos a periodistas.
Por último, se precisó que las mujeres de la secta se convertían en “hermanas” cuando se casaban con Oktar. Esto implicaba que ninguno de sus discípulos tenía permitido tener relaciones sexuales con ellas. Sin embargo, aquellas que se negaban a contraer matrimonio sufrían un destino aún más terrible: se convertían en “motor” y eran abusadas por los hombres.