Kim Wall había sido vista con vida por última vez el 10 de agosto a bordo de un submarino. Allí había subido para entrevistar a Peter Madsen, el inventor danés que había fabricado la nave. Tras 11 días de incertidumbre, encontraron su torso flotando en la bahía de Køge, al sur de Copenhague, Dinamarca.
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Todos los indicios apuntaban a Madsen, quien, dos meses después y con todas las pruebas en su contra, admitió haberla descuartizado y arrojar sus restos al mar. Lo insólito fue que, en su segundo cambio de declaración, negó haber matado a la periodista sueca de 30 años.
El hombre de 43 años sigue defendiendo su inocencia y había dado dos versiones diferentes: primero, que Wall había desembarcado con vida. Después contó que su entrevistadora había sufrido un accidente y, movido por el pánico, tiró el cuerpo al mar.
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Ahora, el inventor afirmó que Kim falleció por una intoxicación de monóxido de carbono mientras él estaba en la cubierta del submarino. Luego la descuartizó. Mientras continúan las investigaciones, Madsen continúa detenido, acusado de homicidio y atentado contra la integridad de un cadáver.