Los cuatro jóvenes de entre 19 y 22 años habían desaparecido entre el miércoles y el sábado pasado y eran buscados por todo Estados Unidos. Este jueves los perros de la policía de Pennsylvania guiaron a las fuerzas de seguridad al lugar donde estaban sus cuerpos: una granja.
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El lugar pertenece a los padres de Cosmo DiNardo, un joven de 20 años con antecedentes psiquiátricos que, al parecer, conocía a sus víctimas. Con una frase ante las cámaras de televisión, el asesino admitió el horror. "Lo lamento", fue lo único que expresó.
"El señor DiNardo confesó esta tarde al fiscal de distrito su participación o comisión en los asesinatos de los cuatro jóvenes", afirmó Paul Lang, el abogado del cuádruple homicida. Según el letrado, a cambio de la confesión el fiscal "se comprometió a no invocar la pena de muerte".
Los cuerpos fueron hallados en una fosa de casi cuatro metros de profundidad ubicada en un predio de 36 hectáreas en Solebury Township, donde viven los padres del autor de los crímenes.
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Sin escapatoria. DiNardo ya había sido detenido -y luego liberado tras pagar una fianza- por dos pruebas: el celular de una de los fallecidos se había encendido en esa granja y el propio asesino confeso había intentado vender el auto de uno de las víctimas.