A finales de febrero los medios de todo el mundo se hicieron eco de un video difundido por el Gobierno salvadoreño. Las imágenes mostraban el trato que reciben las maras en las cárceles: sus integrantes son obligados a desfilar semidesnudos y encadenados por los pabellones.
El impactante escenario puso en alerta a muchos, que lo interpretaron como una violación a los Derechos Humanos. Sin embargo, la mayoría de la población local parece estar de acuerdo con las medidas. Nayib Bukele, presidente de El Salvador e impulsor de esta nueva “mano dura” tiene un índice de aprobación de más del 80 por ciento.
A Andrés Di Fini ese dato no le sorprende. “Con toda la gente que me comunico, todos están a favor”, aseguró en Arriba Córdoba. El cordobés vivió en el país centroamericano entre 2011 y 2013, cuando lo visitó como misionero.
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El joven no sólo apoyó el modelo, sino que subrayó que es algo que debería replicarse en otras partes de Latinoamérica. “Ojalá sucediera lo mismo en Argentina, con esta inseguridad que tenemos”, sostuvo.
“Para mí está perfecto, me encanta. La gente con la que hablo me dice que viven más en paz, están más tranquilos”, insistió. Reconoció que existe un pequeño porcentaje que está en contra pero afirmó que son quienes pertenecen al arco opositor y que él no conoce “a ninguno”.
De barrio Cerveceros a convivir con pandilleros
Antes de llegar a El Salvador, Di Fini fue enviado a Guatemala, donde junto a otros feligreses recibió una capacitación para empezar la misión. “Ahí nos dijeron que no entablaramos relaciones con las pandillas, para mi fue una invitación a hacerlo, quería saber quiénes eran”, recordó.
Aunque detalló que todo el trabajo durante su estadía fue con “personas comunes”, admitió que lo primero que hizo fue ir en busca de los miembros de las maras. “En el mapa en donde nosotros estábamos había una parte roja a dónde no podíamos entrar, dije 'ahí voy a ir'. Fue por curiosidad nomas”, narró.
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Según su relato, lo aceptaron sin problemas y enumeró dos motivos. Primero, porque muchos de los delincuentes son muy religiosos. Segundo, por una pasión en común: la del fútbol. “Les dije que era argentino y me recibieron con los brazos abiertos nomas por Messi, que es un ídolo mundial. Así los empecé a conocer”, dijo entre risas.
Remarcó que las relaciones personales que estableció con los criminales siempre fueron buenas, aunque perdió contacto con todos ellos al dejar el país. “Obviamente me imagino que estarán en contra por todo lo que está sucediendo, pero hay cosas que no se hacen”, concluyó.