Mark David Chapman estuvo todo el día fuera del edificio de John Lennon. Allí charló con otros fans y se escondió a la vista de todos, entre la multitud. Cuando el músico salió de su casa junto a Yoko Ono, incluso llegó a saludarlo y darle un disco para que le firme antes de que se suba a la limusina. Pero decidió esperar.
Cuando la pareja regresó, ya por la noche, Chapman le disparó cinco tiros por la espalda, justo en la entrada del Edificio Dakota en Nueva York. Cuatro balazos lo impactaron. El asesino se quedó allí, viendo cómo la estrella se desangraba, y se puso a leer un libro.
La policía lo detuvo y fue condenado a cadena perpetua. Pero a partir de que cumplió 20 años de sentencia, tiene la posibilidad de solicitar la libertad condicional. Y es lo que Mark Chapman hace año tras año. En agosto pasado fue su última petición, que también fue negada. Y ahora se conoció parte del testimonio que brindó el criminal.
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Admitió que usó balas con punta hueca para matar a John Lennon. “Cargué esas balas para asegurarme que muera y no sufra”, aseguró. Esa munición especial fue letal y provocó que los médicos nada pudieran hacer para salvar la vida del músico.
“Ahora sé lo que es la vergüenza”, también declaró. Pero reveló que pasó más de 30 años sin sentirse avergonzado por lo que había hecho.
Chapman continúa preso en Nueva York y tiene 63 años. En el momento del crimen tenía apenas 25 y se especula que lo hizo para pasar a la historia como el asesino de John Lennon. Viajó a Nueva York exclusivamente para eso y preparó la escena, incluso comprando un sugestivo libro, El guardián entre el centeno, en el que firmó “Esta es mi declaración”.
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Lennon fue declarado muerto cerca de las 23.20 en el St. Luke's-Roosevelt Hospital Center. Dos tiros lo impactaron en la espalda y dos en un hombro: uno le perforó la aorta.