Dolor, desolación, consternación, conmoción... las palabras siempre son las mismas para describir lo que sucede después de la muerte de Aylan Kurdi, el pequeño sirio de tres años, cuya foto se transformó en un símbolo de la tragedia de los refugiados de Medio Oriente.
El niño fue enterrado hoy junto a su hermano Galib de cinco años y su mamá Rehan, en su ciudad, Kobani, la misma de la que huían. Muchas personas se acercaron a consolar al padre, Abdullah Kurdi, quien prometió quedarse junto a sus tumbas "hasta morir".
La familia Kurdi escapó de esa ciudad, sitiada durante meses por el grupo yihadista Estado Islámico. Aylan, su hermano y su madre estaban entre los doce sirios que murieron ahogados en el mar Mediterráneo hace tres días, después de partir de la ciudad turística turca Bodrum.
Autoridades turcas y psicólogos acompañaron al padre en el trayecto hasta Siria. Además, vehículos policiales escoltaron al vehículo que llevaba los cuerpos hasta el paso fronterizo de Mursitpinar. El padre agradeció la ayuda. "Como padre que ha perdido a sus hijos, lo único que quiero es que se acabe este dolor y se acabe la guerra en Siria", manifestó.