El mecánico sacó de los hangares de la empresa un Bombardier Q400 de fabricación canadiense. Burlando todas las medidas de seguridad, despegó desde el aeropuerto internacional Seattle-Tacoma. “No necesito ayuda para controlar el avión porque jugué a algunos videojuegos antes", le dijo a la torre de control antes de tomar vuelo.
El avión tuvo en vilo a los habitantes de la zona. Con su celulares, muchos vecinos grabaron sus temerarias maniobras, mientras llegaban los F 16 del Ejercito Americano con la orden de derribarlo sino regresaba a la base.
Antes que la tragedia termine en un verdadero desastre, el hombre confesó que estaba quebrado y que no le quedaban motivos para seguir. Se alejó de la zona poblada y se estrelló en una isla de Ketron, entre Tacoma y Olympa.
El FBI de Seattle aclaró en su cuenta de Twitter que la información recogida hasta el momento "no sugiere una amenaza terrorista".