Nuevamente los terroristas del Estado Islámico arrojaron desde la azotea de un edificio a un hombre acusado de ser homosexual. En el mismo mes, volvieron a cometer la misma brutalidad.
Los yihadistas no tienen compasión por nadie y menos por aquellos que se declaran gay. La víctima, que había sido sometida a juicio frente a un tribunal islámico, fue condenada a muerte en la provincia de Al Furat.
Para la ejecución, el ISIS vendó los ojos del hombre y le ataron sus manos. Varios guardias custodiaban al prisionero que estaba parado en el borde del techo del edificio. La homosexualidad es condenada por el Estado Islámico e inaceptable a los ojos de los yihadistas. De esta forma, ponen en práctica el verdadero significado de la ley islámica.
La escena termina con el empujón de la víctima. Un multitud de personas presenciaron la atroz ejecución. El terrorífico crimen se transformó en un espectáculo.