Juan Carlos Cruz, es un periodista chileno que desde hace años viene denunciando y relatando cómo fue abusado en su adolescencia por el padre Fernando Karadima, un cura de la élite chilena, con la complicidad del hoy monseñor Juan Barros, obispo de Osorno.
El sábado próximo, Fernando y dos de sus compañeros que también denunciaron ser víctimas de abusos, serán recibidos en Santa Marta por el Papa Francisco, quien en su visita a Chile generó una gran polémica, al desmentirlos, diciendo que todo era "calumnia" y que el día que le llevaran una prueba contra Barros, iba a hablar.
El giro de Francisco se produjo a tres meses de su viaje al país trasandino y tras leer un detallado y demoledor informe de sus enviados. Les pidió perdón a las tres víctimas y las invitó a pasar un fin de semana en su residencia.
Cruz se mostró muy contento con la invitación y confía en que Francisco tomará medidas y renovará por completo la iglesia chilena. Pero considera increíble que "el hombre más informado del mundo no esté al tanto de lo que pasa en su Iglesia".
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En una entrevista concedida al CIPER (Centro de investigación Periodística en Chile), que publicó las conversaciones con Cruz para la elaboración del libro "Los secretos del Imperio Karadima", se detallan los horrores que tuvo que vivir bajo sometimiento de Karadima en una parroquia, cuando él tenía 16 años. "Cuando entró en confianza conmigo empezaron los golpecitos en los genitales, cosa que me ponía tremendamente nervioso pero me paralizaba y me dejaba toquetear".
Pero lo peor ocurría durante las confesiones que tenían lugar en su habitación: "Él estaba acostado, vestido, con el cinturón desabrochado (...). Me tocaba la cabeza y luego me la agarraba con sus dos manos y me decía: 'Dame un beso'. Y salía un beso cuneteado. Una vez me agarró así y me dijo: 'Saca la lengüita'. Y yo la sacaba y me la tocaba con su lengua. No entiendo por qué dejaba que eso pasara y hasta el día de hoy me lo recrimino. (...)"
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"Mi gran vergüenza es que cuando uno es tan joven, a ti te tocan y tienes una erección. Me da asco pensar que ese hombre me pudo haber producido eso. Pero me pasaba… Y después de darme besos me hacía pararme y se notaba que tenía una erección. Y lo estoy escuchando cuando al tocarme decía '¡qué te pasó Juan Carlitos!'. Y el golpecito en los genitales (...). Nunca me hizo lo que a otros… Nunca me bajó el cierre de mi pantalón… Sin embargo, él sabía cómo aprovecharse", continuó.
Juan Carlos siente bronca cuando habla de la perversión a la que lo sometía, pero entiende de algún modo cómo lo anulaba: "Me chantajeaba y extorsionaba con cosas que sabía de mí, entonces creo que eso jugaba en contra mío y tranzaba", manifestó.
El tormento físico y psicológico era tan grande, que Cruz cuenta que hasta pensó en quitarse la vida. "Cuando yo estaba en el Seminario y Karadima nos hacía la vida imposible, tuve apendicitis. Tuvieron que operarme. Yo estaba tan abrumado con el problema que tenía con Karadima, que incluso pensé en suicidarme. Pero no me atrevía. Resultó que se produjo una infección y fue muy fuerte, porque mi cuerpo estaba sin defensas… Fue entonces que dije “ya, voy a dejar que esta infección me mate: es la salida perfecta”, recordó con tristeza.