En agosto pasado, Christopher Watts estranguló y asfixió a su esposa embarazada Shanann (34) y a sus hijas Bella (4) y Celeste (3). Simulando que habían desaparecido, declaró antes los medios que estaba desesperado porque no sabía nada de ellas. Al poco tiempo, confesó el crimen.
El caso, conocido como el “monstruo de Denver” conmocionó a Estados Unidos. Ahora el asesino fue condenado por la Justicia norteamericana a triple prisión perpetua por el crimen, a 48 años por la interrupción de un embarazo y a 36 años por la manipulación de los tres cadáveres.
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En medio del juicio, el fiscal de Distrito del Condado de Weld, Michael Rourke, dio detalles de cómo el hombre se deshizo de los cuerpos. De acuerdo a lo que relató, las cámaras de seguridad de una casa vecina registró el momento en que sacaba los cadáveres y los ponía en su camioneta para luego llevarlos a un depósito de tanques de petróleos.
“Se deshizo de ellas en lugares diferentes: enterró a Shanann en una tumba de poca profundidad lejos de los tanques de petróleo. Bella y Celeste fueron tiradas en diferentes tanques de petróleo en esas instalaciones, para que no estuvieran juntas después de muertas", indicó Rourke.
Por su parte, los médicos forenses encontraron en laceraciones en el tejido que une el labio superior con las encías de Bella, quien aseguran luchó contra su padre para evitar ser asfixiada y “se mordió la lengua varias veces”. También tenía heridas en la parte trasera de su cuerpo debido a la brutal forma en la que fue arrojada al tanque. Mientras que la pequeña Celeste no tenía ninguna herida.