El primer día de asumir, el Papa Francisco se negó a viajar en un auto de alta gama como lo hacían otros pontífices. Después de quitar el lujo de su servicio de traslado, siguió con eliminar el blindaje. Con estas decisiones, es un misterio saber en qué se trasladará.
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Desde un Fiat 500 usado en el viaje a Estados Unidos hasta manejar un R4L en el parque de su residencia, fueron muchas las sorpresas que nos regaló. Sin embargo, faltaba una: andar en autos que funcionen con energía alternativa.
Entre los numerosos regalos que Francisco recibe a diario, hay algunos que no rechaza. No se trata de una ambición materialista, todo lo contrario. Como muestra de austeridad, decidió que la flota que use el jefe de estado funcione a tres patitas.
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En esta ocasión, un Opel Ampera es el auto donado que funciona con corriente alterna. La unidad tiene un motor de 204 CV, 500 km de autonomía y acelera, de cero a 100 kilómetros por hora, en 7,3 segundos. Si llegase a los 150 km de velocidad máxima que puede desarrollar, con la ventanilla abiertas seguramente veremos el solideo (esa especie de sombrero blanco del papa) volar los aires.
La idea del comando de la iglesia es transformar al Vaticano en un lugar liberado de las emisiones de dióxido de carbono, en especial, de aquellos que salgan desde los caños de escape. Para ello, el país más pequeño del mundo hizo un acuerdo para trabajar mancomunadamente con la empresa automotriz alemana en programas de movilidad sostenible.
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Entre tantas cosas revolucionarias y llamativas del Sumo Pontífice, quizás no resulte extraño, en un futuro, verlo bajar de sus habitaciones de Santa Marta portando un prolongador enchufado.