Un curioso caso llegó al máximo tribunal de Justicia de Italia y su resultado llamó la atención en todo el mundo. El protagonista es Roman Ostriakov, un mendigo ucraniano de 30 años que fue detenido en un supermercado en Génova mientras intentaba irse con algo entre sus manos. ¿Qué se llevaba? Queso y salchichas por el valor de 4 euros.
El Tribunal de apelaciones de Italia consideró que robar comida en pequeñas cantidades, cuando se tiene hambre, no es un crimen. Por eso lo que absolvió y anuló la condena de 6 meses de prisión y una multa de 100 euros, informó el diario Il Corriere de la Sera.
“El acusado enfrentó una necesidad inmediata y esencial de nutrición”, sentenció el tribunal.
"Las condiciones del acusado y las circunstancias en las que se apropió de los alimentos demuestran que tomó la comida para satisfacer sus necesidades inmediatas (...) y por lo tanto actuó por necesidad", explicó el tribunal. Y agregó que hurtó la comida “enfrentado a necesidad inmediata y esencial de nutrición”.
"El derecho a la sobrevivencia prevalece sobre el derecho de propiedad", argumentaron los jueces. La fiscalía había decidido apelar ante la Corte de Casación, debido a que se trató de un intento de robo y no de un robo.