Un congestionamiento de autos invadido por vegetación radiactiva. Aulas y gimnasios vacíos. Oficinas copadas por el polvo. Calles y edificios en el más absoluto abandono. Así está Fukushima a poco más de cinco años del desastre nuclear que puso en alerta al mundo.
El 11 de marzo de 2011, uno de los tsunamis más catastróficos que se recuerde dañó la central nuclear de la ciudad japonesa. Explosiones de reactores, falencias en los sistemas de seguridad y falta de información se combinaron para que la radiactividad afecte a decenas de miles de personas.
Ante un daño irreparable, la ciudad fue completamente evacuada y, dado los altísimos índices de contaminación, no se podrá vivir allí al menos durante siglos.