El escándalo involucró a soldados rasos y varios comandantes de la poderosa nave militar de la Marina Británica. Ocurrió mientras estuvo atracado en una base de los Estados Unidos. Entre las actividades no permitidas, los acusados dejaron entrar prostitutas y además detectaron relaciones extramatrimoniales entre miembros de la tripulación.
El segundo jefe, el teniente comandante Michael Seal, fue acusado de una relación extramatrimonial con la oficial de ingeniería, teniente Hannah Litchfield, quien también fue expulsada del submarino.
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Otra de la parejas cruzadas, era la del capitán, el comandante Stuart Armstrong y la subteniente Rebecca Edwards. Ambos tuvieron que abandonar el servicio a bordo.
El ministro de Defensa, Michael Fallon, ordenó realizar pruebas obligatorias de detección de drogas en toda la flota submarina. Se quiere asegurar que se trató de "un incidente aislado", según publicó The Daily Mail.
El submarino es capaz de transportar hasta ocho misiles Trident con ojivas nucleares.