Larry Mark murió estrangulado por otro preso que era compañero de celda, el fin de semana.
El asesino le sacó los ojos, le cortó las orejas y se las colgó en un collar. Dejó el cuerpo envuelto en unas sábanas y se fue al comedor con el “diabólico adorno”, colgando en su cuello.
Mark estaba cumpliendo una condena a prisión perpetua por un asesinato en 1981. Tenía 58 años y mantenía una rivalidad con el hombre que lo mató. Según la versión de otros detenidos, lo había amenazado con comerle “los ojos”. A propósito, el destino de los lóbulos oculares se desconoce.
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No es el primer caso de extrema violencia, en ese establecimiento.
El recorte de presupuesto y la disminución de guardiacárceles volvió aún más peligrosas las carceles.
Antes del horrible crimen, dos pandillas se enfrentaron en un sangrienta lucha que dejó varios heridos.