Con la boca abierta habían quedado los médicos que recomendaron desconectar a Alfie Evans cuando el bebé de 23 meses comenzó a respirar por sus propios medios. Sin embargo, después de cinco días sin asistencia mecánica, el pequeño afectado de una enfermedad terminal emitió hoy su último soplo de vida.
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“Mi gladiador ha dejado su escudo y ganó sus alas a las 2:30. Absolutamente devastados. Te quiero mi hijo”, escribió su papá en su cuenta de Facebook. El caso, que conmocionó a la sociedad europea, desató un debate ético sobre el “interés” del paciente: continuar con la esperanza mientras haya vida o evitar el sufrimiento con una “muerte digna”.
En contra de la voluntad de los padres, el Tribunal Supremo del Reino Unido había ordenado retirarle el soporte vital a su hijo el pasado lunes. Una Corte británica también había denegado la predisposición del gobierno de Italia para trasladarlo a un centro asistencial de su país.
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El bebé estaba afectado de una enfermedad degenerativa. Sufría de daños irreversibles del cerebro, no tenía sensibilidad al tacto y tampoco podía ver ni oír. Casi un millón de seguidores de las redes sociales habían formado el “ejército de Alfie”, grupo que solicitaba la continuidad del tratamiento en Roma.
El Papa Francisco manifestó su pesar por la muerte del pequeño."Estoy profundamente afectado por la muerte del pequeño Alfie. Hoy rezo especialmente por sus padres, mientras Dios lo acoge tiernamente en sus brazos", escribió el Sumo Pontífice en su cuenta de Twitter.