En 2011 un terremoto de casi nueve grados de magnitud según la escala de Ritcher, y el posterior tsunami que golpeó el noreste de Japón, provocaron un desastre nuclear. Tres de los seis reactores de la central de Fukushima se fusionaron y contaminaron gran parte del agua almacenada allí.
Hasta ahora se han recogido más de 1,3 millones de metros cúbicos, que están almacenados en 1000 contenedores de acero. Pero la planta está al límite y necesita hacer espacio para retirar los escombros de los reactores y el combustible nuclear.
Por eso desde este jueves Japón empezó a descargar esa agua residual en el océano Pacífico. Si bien estuvo contaminada por los restos del desastre, desde Tokio aseguran que ya se realizó un procedimiento para limpiarla.
Apoyados por la ONU y Corea del Sur, y criticados por países vecinos como China y Corea del Norte, los nipones argumentan que el agua que fue afectada, si bien mantiene un mínimo de radioactividad, se terminará diluyendo en la inmensidad del mar.
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Protestas en la calle y dudas para el sushi
Antes de empezar la operación, hubo manifestaciones afuera de la central nuclear. “Es como lanzar una bomba atómica al océano", lamentó un hombre de 68 años.
Por su lado China calificó la acción como "extremadamente egoísta e irresponsable" y anunció que va a monitorear el impacto ambiental. Asimismo suspendió muchas importaciones de productos de mar provenientes de Japón.
Éstas restricciones están perjudicando a los restaurantes de lugares como Beijing y Hong Kong. “En torno al 80% de los productos de mar que usamos vienen de Japón... Si más de la mitad de mis ingredientes importados de Japón están afectados, será difícil continuar”, explicó a AFP un chef chino.