Al sur de Chile, a 320 kilómetros de la capital, se encuentra una de las fincas más grandes de América Latina, donde iniciaron el período de la cosecha de marihuana. Se trata de la Fundación Daya, que promueve el uso medicinal del cannabis.
Los integrantes de la granja esperan recolectar cerca de 1.5 toneladas del cultivo hasta mediados de abril. La directora Ana María Gazmuri señala que se trata de una iniciativa “inédita” en la región. Chile no prohíbe el cultivo o consumo, pero sí castiga el tráfico, por lo que está siendo “pionero entre los países latinoamericanos”.
A pesar de que no es fácil llegar y el camino se transforma en un laberinto, el olor es intenso a varios metros de distancia. En la entrada de la finca, hay un hombre encargado de controlar quién entra y sale. Existen más de 16 variedades y están aseguradas para no ser robadas.
De los casi 20 municipios chilenos, hay cerca de 4.000 pacientes beneficiarios que aportaron a la financiación del proyecto, dirigido a enfermos de cáncer, epilepsia refractaria y víctimas de dolores crónicos.
“Colombia acaba de regular el uso medicinal, Costa Rica está en sus primeros intentos y Uruguay está comenzando recién con el primer cultivo”, aseguró la directora. Además, confesó que Argentina es uno de los tantos países que visita la fundación.