Kiersten Milles es una estudiante que comenzó a trabajar en el hogar de la familia Rosko hace apenas unos meses. George y Farra la contrataron para ocuparse de sus tres hijos, tras el nacimiento de Talia, la más pequeña de la casa.
Al poco tiempo, la familia se enteró de la mala noticia. La beba, de sólo 16 meses de vida, fue diagnosticada con una extraña enfermedad denominada atresia de vías biliares, que provoca la acumulación de bilis en el hígado y que puede llevar a la muerte. Por eso, se necesitaba un transplante urgente.
La joven niñera, de 22 años, se puso a investigar sobre la enfermedad y decidió ofrecerse como donante para que la pequeña pudiera seguir viviendo. Tras hablarlo con sus propios padres, le comentó la idea a sus empleadores.
"No sabía que fuera tan generosa. Ella es un ángel en la Tierra. Sé que suena tonto, pero realmente lo es", dijo Farra al diario Huffington Post.
Después de los exámenes de rutina, el 11 de enero pasado, la niñera se sometió a la extracción de parte de su hígado en el Hospital Universitario de Pensilvania. Posteriomente, la pequeña recibió el órgano en el Hospital Infantil de Filadelfia. El cuerpo de Tania no lo rechazó y la beba evoluciona favorablemente.
Un par de días después, la niñera y la beba se reencontraron. "Siendo un bebé que ni siquiera podía pedir ayuda, nunca lo vi como un gran sacrifico. Y menos aún pensando que este gesto podía salvarle la vida", dijo la joven al Washington Post. En muy poco tiempo, Kiersten pasó de ser la niñera a ser la heroína de la niña.