Tenía un año y dos meses de vida cuando ingresó agonizando al Hospital Nacional de Niños de Costa Rica con evidencias de que había sido torturada, su cuerpo tenía graves lesiones. En ese momento, la recibió el jefe de traumatología, Marco Vargas, pero ya era demasiado tarde: murió asesinada a golpes.
La pequeña tenía lesiones en la cabeza, el rostro, y fracturas en las costillas, brazos y piernas. Ante esta situación, la mamá y el padrastro quedaron detenidos en prisión preventiva e imputados por homicidio calificado. La Justicia investiga el hecho.
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El médico aún no sale de la conmoción que le provocó ser testigo de ese hecho. A través de las redes sociales, despidió a la beba con una desgarradora carta, en la que le pidió perdón por el dolor que tuvo que soportar: “Me dan asco quienes te hicieron tanto daño y pido, ruego y suplico porque tu dolor no quede impune. Pido tu venganza, pues si bien esta no da paz, marca el principio del final de tu justicia”.
“¿Qué hiciste para morir sola, en medio de una sala de cuidados intensivos? ¿Quién te dio la mano en el extremo momento? En el que el último vestigio de tu alma, abandonaba tu cuerpo, el cual ya estaba tan roto que no podía albergar a una alma feliz”, reflexionó Vargas, sin comprender cómo pudieron cometer semejante hecho.