Sarah Sands decidó hacer justicia por mano propia hace algunos años, luego de la inacción de las autoridades. Había denunciado varias veces a su vecino pedófilo, pero nunca lo detuvieron. Es así que un día fue hasta su casa y lo asesinó a cuchillazos.
El hecho ocurrió en un barrio de Londres, Inglaterra, cuando la mujer descubrió que su vecino había abusado sexualmente de varios menores del barrio, entre ellos su hijo de 12 años. En 2015, un jurado encontró a Sands culpable de la muerte de Michael Pleasted, de 77 años. La condenaron a tres años y medio de prisión, pero un año más tarde un tribunal de apelación amplió a siete años y medio esa condena, que consideró "indebidamente indulgente".
Luego de esa sentencia, se comprobó que el hombre asesinado tenía 24 condenas por delitos sexuales contra menores, que se remonta a las décadas de 1970 y 1990. De esa manera, en las últimas semanas, Sands abandonó la prisión y finalmente contó en público qué la llevó a cometer el crimen.
"No volvería a matar, no me veo como una asesina, pero no me arrepiento de lo que hice", expresó en diálogo con The Sun. Durante su relato, afirmó que ella es "una madre desesperada por proteger a su hijo".
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Además, agregó sobre aquella jornada del asesinato: "Recuerdo que tomé un cuchillo y fui a la casa de Mick. Quería convencerlo de que se declarara culpable, para que Bradley (su hijo) no tuviera que testificar. Le di un puñetazo en la frente con el cuchillo y él me agarró. Perdí el control. No podía dejar que nadie más saliera lastimado alguien tenía que proteger a la gente".
"Hice lo que cualquier madre haría, porque le hizo eso a mi hijo Bradley, mi pequeño", cerró su reflexión Sarah Sands.