La implosión del Titán, el submarino que viajaba hasta el fondo del mar para ver los restos del Titanic, aún causa conmoción y cada vez son más las historias que se escuchan a su alrededor. Una de ellas es la del empresario Chris Brown, un millonario dedicado al marketing digital que quiso hacer la expedición pero algo en su interior le hizo cambiar de opinión.
Brown había decidido sumergirse con dos amigos durante unas vacaciones en una isla privada. Pagó el 10 por ciento del viaje y fue hasta las Bahamas para ver cómo lo preparaban. En ese momento le surgieron dudas y prefirió no participar ya que consideraba que el sumergible de OceanGate estaba “mal hecho”.
En diálogo con The Sun, el empresario expresó: “Descubrí que utilizaban viejos postes de andamiaje para lastrar el submarino y que sus controles se basaban en mandos de juegos de computadora”. “Si tu idea es construir tu propio submarino, probablemente puedas utilizar barras viejas de los andamios, pero se trataba de una nave comercial”, criticó con ironía.
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Además, comentó que no le gustaron “cosas del diseño, como los propulsores en el exterior con los cables allí”. “Me parecía que aquello corría peligro de engancharse”, apuntó Brown, que era amigo del magnate británico Hamish Harding, víctima de la
Tragedia
El sumergible Titán sufrió una implosión catastrófica y los investigadores presumen que pudo haber sido por el debilitamiento del material que lo componía ante la presión del exterior en las profundidades del océano.
El director de operaciones de la base subacuática Aquarius en Florida, Roger García, explicó que la cámara de presión del submarino “no sostuvo la presión a la que estuvo sometido el submarino”. En tanto, se presume que los cinco tripulantes no tuvieron tiempo de darse cuenta de lo que estaba ocurriendo porque la implosión fue instantánea.