Mientras en Estados Unidos ganan terreno los que abogan por abolir la pena de muerte, el gobernador del estado de Arkansas, Asa Hutchinson, ordenó ejecutar a ocho presos en 10 días. La decisión fue tomada por un insólito motivo: que no se eche a perder un componente de las inyecciones letales.
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Se trata de un fármaco (midazolam) que se encuentra guardado en el servicio penitenciario y tiene fecha de vencimiento en mayo, explicó la Coalición para Abolir la Pena de Muerte de Arkansas. La industria farmacéutica se niega a facilitar esta sustancia para ejecuciones, por lo que se acotan las posibilidades de obtenerla nuevamente, informó el diario El País.
Los ocho reclusos, todos hombres, serán sometidos a la pena capital entre 17 y el 27 de abril. Para el gobernador republicano Hutchinson se trata de una "acción necesaria". "Hay que cumplir la ley pero también es importante ofrecer una clausura a las familias de las víctimas que han vivido en la incertidumbre tanto tiempo", aseveró.
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Una condena social. La pena de muerte ha perdido apoyo en Estados Unidos, donde está legalizada en 32 de los 50 estados. En 1999 hubo 223 ejecuciones, mientras que en 2016 se realizaron 60. Una serie de ejecuciones fallidas -en las que los condenados sufrieron una verdadera tortura- hicieron que la sociedad se pronuncie en contra de este dramático final.